miércoles, 27 de agosto de 2008

Pequeño Tesoro (Segunda Parte)


Se quedo ahí quieta, apoyada en la pared,disfrutando del calor que percibía e intentando que sus ojos se acostumbraran a esa penumbra, para saber que o quien emitía ese calor.

A unos pocos metros más al fondo de la cueva, creyó ver algo, parecía una tienda de piel o cuero, era enorme y oscuro, la curiosidad, la atracción a ese calor le hizo acercarse un poco más, alguien respiraba, dentro de la que creía era una tienda, pero la tienda entera se movía cuando se oía la espiración ronca, profunda, pero débil y parecía que la tienda respiraba, cuando estaba solo a unos centímetros, comprendió el error que había cometido, no era una tienda y ya sabia que es lo que tenia ante ella.

Comprovo que estaba profundamente dormido, esa tienda, esa enorme montaña de cuero no era ni más ni menos que un oso en plena hivernación, se atrevió incluso a tocar su pelaje tupido y cálido, el olor lo podía percibir ahora, que estaba menos congestionada por el frió, era un olor fuerte, más fuerte que el almizcle, siguió con su mano el tronco del animal hasta sus patas delanteras, la palma de una de ellas era dos veces la de su cabeza y sus zarpas largas, pero no amenazantes, posadas con calma debajo de su cabeza, la niña se quedo mirándolo, observando el subir y bajar de su lomo al respirar, le relajaba el ruido de esa respiración calmada, se sentó a su lado para luego tumbarse, acurrucada a esa mole de pelo ya no tenia frió y antes de quedarse dormida, por el agotamiento, pensó con la mirada fija al techo de cueva, que ocurriría si este cazador se despertara pronto de su hivernación, y la encontrara ahí, ella no era mas grande que un jabalí o una oveja, que seria lo peor...


- Me matarás, eso seguro.-Dijo la niña, con una certeza, que al más duro de los corazones se le congelaría la sangre.La chiquilla, giro la cabeza para mirar sus ojos cerrados y continuo diciendo.

- Sé que lo harás, pero no te preocupes, no me enfadaré. -Se giró de nuevo, para mirar al techo, mientras le acariciaba con su manita para sentir entre sus dedos el pelaje.

Dulcemente continuó susurrando, como quien cuenta un secreto.

- Al principio, tenia mucho miedo de entrar en tu cueva, pero al verte comprendí que tenia que encontrarte.

De pronto el oso se movió, resoplo un gruñido moviéndose la mole con un espasmo muy violento, pero la niña se quedo quieta, ni se la oía respirar siendo para mayor sorpresa de ella, que el oso siguió durmiendo. Cuando se le paso el susto a la chiquilla, continuo diciendo.

- No es que quiera morir, pero no tengo fuerzas para continuar y no se donde quedo el camino que tenia que tenia que seguir, así que si tu eres el ultimo ser que vea antes de morir, si vas a ser mi verdugo, cuando lo hagas por favor, no te sientas mal yo he elegido quedarme aquí contigo. Se incorporó un poquito, para besarle en la frente y acurrucándose un poquito más, dijo.

- Cuando lo hagas, hazlo rápido. Y estando apunto de dormirse ya termino diciendo.

- Gracias por haber estado a mi lado.

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